Palacio Lacueva
En el siglo XIX Santa Lucía era el lugar elegido por los montevideanos para disfrutar de la temporada estival. Los bosques frondosos y las límpidas aguas del río atemperaban los calores veraniegos, esto junto con la presencia de árboles frutales, de los cuales destacaban las higueras, que eran cultivados por sus habitantes, hacían de la entonces Villa San Juan Bautista un importante lugar de recreación y polo de atracción turístico.
La villa florece con la llegada del tren en 1872, pues se incrementa la cantidad de visitantes, muchos pertenecientes a familias distinguidas y de sólida situación económica. Grandes y hermosas casas quintas con cuidados jardines fueron levantadas dentro y fuera del perímetro urbano para albergar durante la temporada a las familias más pudientes, transformando a la villa en un elegante balneario.
Pocos de estos edificios quedan aún en pie, siendo uno de ellos la casa construida por Felipe Lacueva en 1866. Esta casa es un típico exponente de esas quintas que se utilizaban durante las temporadas de verano. De estilo renacentista italiano tiene tres plantas, siendo la última de ellas una torre decorada que aún conserva la escalera original de hierro. Era un lugar de encuentro para reconocidas personalidades de la sociedad montevideana, que se reunían durante las grandes fiestas organizadas en la residencia de la familia.
Al frente la casa lucía cuatro estatuas de Venus representando las estaciones del año, tres de las cuales se encuentran actualmente adornando el jardín de la Casa de la Cultura José Enrique Rodó. La U.T.U de Santa Lucía funciona en el predio que se encuentra detrás de la casa, ocupando parte de lo que alguna vez fue el parque de la residencia. Su fachada se distingue fácilmente en el escenario despejado que la rodea. Es parte del circuito de Santa Lucía Romántica.
Fuentes:
Barrios Pintos, Aníbal. 1981 Canelones. Su proyección en la historia nacional. Intendencia Municipal de Canelones. Uruguay. Tomo I.